Desde un punto de vista histórico, son las enseñanzas de Tirumali Krishnamacharya, padre del yoga moderno, las que marcan el origen de su práctica. Vinyasa es un término sánscrito que significa literalmente “sincronización del movimiento con la respiración” y en las sesiones de Vinyasa se hace hincapié en esa sincronicidad a la vez que se secuencian de forma específica y variada las posturas clásicas de Hatha Yoga en función de la postura final o del contenido que vaya a trabajarse en cada clase.
Las secuencias iniciales y más antiguas, que conocemos gracias a la obra de S. Ramaswami, conforman el estilo del Vinyasa Krama y son la base de lo que practicamos en las clases de vinyasa actuales.
Lo que más diferencia al Vinyasa de otros estilos de yoga es su práctica dinámica y fluida, libre y creativa y más exigente a nivel físico que otras disciplinas. Durante toda la práctica se enlazan unas asanas con otras de manera rítimica y armoniosa. Toda la secuencia se realiza en completa coordinación con una respiración profunda y consciente, la respiración ujjayi, con una mirada atenta y contemplativa, dhristi, y con los cierres energéticos, o bandhas, activos durante toda la práctica. La respiración es una de las claves de este sistema de yoga.
Practicando Vinyasa Yoga meditamos en movimiento y fluimos de una postura a otra, interiorizando sus beneficios y progresando en nuestra práctica diaria. Se trabaja siempre con múltiples variantes de cada postura, para poder realizarlas todas teniendo en cuenta nuestro nivel o en qué momento de nuestra práctica nos encontramos.
El Vinyasa yoga despierta tu cuerpo, tu mente y tu alma y permite que los trabajes al unísono y en la misma dirección.